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30 marzo 2012

SERIE EN CONSTRUCCIÓN "Flores del Lupanar", 2012-2013

















"flor de lupanar" 150X200, óleo sobre tabla

Y, pintor orgullosísimo
En el cuadro saboreé 

La monotonía embriagante 
De agua, mármol y metal
(Charles Baudelaire, Les fleurs du mal)
FORNIELES

manosea las tablas creando formas invisibles, non natus, con las manos llenas de pinturas, óleos y polvos que podrían conceptuarse muy de cerca como deletéreos cuando se manipulan sin mascarilla al adentrarse en el estado extático en el que incurre este pintor cuando trabaja sobre miradas que nos interpelan en la oscuridad, la ejecución inmediata de un movimiento, parpadeos. Trazos muy físicos intentando alcanzar la honestidad necesaria para poder descubrirnos esas miradas lejos de su lugar de donde suelen estar contenidas: en las aceras, en las esquinas o en los bulevares de luz rota de entresuelos hasta reivindicarlas en color, con el color dinámico del movimiento del barro aceptando el agua de la lluvia al caer.
Cinco milenios. Tanto para escribir que es inevitable gangrenar en comas e incluso puntos en la tarea descifradora, (si tuviésemos que realizarla, más eternamente sentiremos la atracción por deleitarnos con otra sumersión en nuestra historia) de esta representación del oficio en unos cuadros. Conjeturaremos, los incrédulos estructurales, la antigua demanda de los hombres devirtuosas abnegadas preindoeuropeas de Militta. La sugerente e intrigante Casa Jeneret de Karnak. Lais de Hyccara, Acca Laurentia en los Templos Lupanares adorando a Venus,Hetairas del coliseo, la política de control de la Oiran de Shinmachi y de Yoshiwara. El Paris de Toulouse-Lautrec, de Victorine Meurent. El abastecimiento con las esclavas de Ravensbrück. El Barrio Chino de Genet y el de Anarcoma de Barcelona y las Cyberpornos rusas de 2013. Planetas periféricos en el tiempo con ancestrales conexiones de alianzas, costumbres y excesos.Mundos antiguos maravillosos con la ontología de contrastes conocidos de cada entidad anteriormente conceptualizados. Acaso retomen la particular y persistente concepción, la racional discrepancia cromática del rojo matutino de matadero de la pintura y la luz blanca del lienzo conceptualizado en una límpida metáfora de nuestra inmemorial ambivalencia afectiva para impactar en el subconsciente permitiéndonos asumir nuestras contradicciones e inventarnos poder manifestar empatía hacía lo representando en estas obras y recrearnos ante ellas sin ningún tipo de vertiginosa división interior. Una concepción argüida en los nuevos días intrínsecamente adheridos al decurso del longevo tiempo perpetuando que Ellas siguen soñando que son libres y bellas mariposas Tzu.
Escaleras mecánicas de las mancebías de principios del siécle XXI. Bolsos giratorios, rímel francés, tacones reventados como cuentakilómetros, los pintalabios, el movimiento universal de sus minifaldas, el erotismo del desamor ajeno, chicle de globo Bazooka y la laca de uñas, todos artefactos iconoclastas que si no los vemos regados por el paralelogramo de tela sí podemos imaginarlos pululando por las cabezas de los seducidos usuarios de escaleras automáticas o en los peldaños de una hostería de extrarradio. Hombres merodeadores de la Sífilis, cigarrillos robados, sofás prestados para una noche con inédita luz de luna sobre la ciudad, de pliegues femeninos como cisuras en los costados, idólatras de anónimas poseedoras de los óvalos de placer fugaz. Un tamizado de contrastes entre las necesidades de mujeres yhombres que en estas obras veremos expresado en el denuedo de las figuras desnudas, expuestas ante el sorprendente mundo felón que las adora y repudia.

por Franzisco Dacotta
(L’iconographie de la maison close)

2 comentarios:

Franz dijo...

Para el paisajista que comentó anteriormente y que sin lugar a dudas es el pintor que menos aportó a la historia del arte y en plena decadencia de talento y, si alguna retuvo en propiedad, la fantasía de los sueños:

proxénète et bien sûr monomaniaque... Obvio!

Flora Enferma dijo...

Es la reencarnación del Conde de Lautréamont, el embriagador Isidore Lucien Ducasse de Montevideo.

Los clamores del teófobo ponen espanto en quien los escucha. Si yo llevase a mi musa cerca del lugar en donde el loco está enjaulado vociferando al viento, le taparía los oídos. -1893-